La Liga de la Ciencia Pagana es un proyecto puesto en marcha a lo largo de 2005 por Pizarro (trasunto electrónico del compositor extremeño Rades) y el bajista, ex A Palo Seco, Leandro Alonso.
Y se trata sin duda de un proyecto de militancia. De militancia combativa frente a los fundamentalismos, las mojigaterías, la arrogancia y la intransigencia.
Recoge en su fondo de armario postulados y estéticas que vienen del punk más nihilista, del universo libertario, de la poesía simbolista, los heterodoxos y las misiones pedagógicas, las pinturas rupestres y Microsoft, el Corto Maltés y Patti Smith.
Al tiempo la Liga de la Ciencia Pagana navega entre la performance, el arte de acción, las intervenciones y las guitarras afiladas, con propuestas de breve, pero intenso metraje.
En 2008 se incorporó al proyecto el baterista Luis Carlos Gámez, portando tras de sí un amplio bagaje en la escena musical extremeña como responsable de la percusiones de formaciones como Nude, Paranoikal Moon, El Bimbazo, etc.
A mediados de 2011 la voz de Pedro Cortés, que provenía de las bandas más oscuras de la Tierra de Barros (Sacrilegio Total y Vehemencia), comenzó a hacerse cargo de darle matices hardcore y death a las historias a menudo sangrientas y descarnadas de la Liga Pagana.
Con la incorporación en 2013 de Chema Rodríguez también a las voces, el núcleo creativo musical de la Liga Pagana se completa, sin olvidar la presencia circunstancial desde 2009 del que es, posiblemente, el mejor deejay de la región, Al Qantara, que desde entonces se hace cargo de la mezclas y de los buenos aires electrónicos de la Liga.
Pero delante de ese núcleo creativo musical acampan los nombres que otorgan el carácter peculiar que tanto pregona la Liga de la Ciencia Pagana, y que no es otro que el componente escénico que acompaña por definición a este universo pagano.
Elena Lucas, musa pagana desde los primeros días de su creación, Juan Luis Leonisio, Marina Rubio, Amelia David y Pancho Loyola aportan los rastros de danza contemporánea con los que a menudo se asocian muchas de las experiencias paganas.
Amparo Vinagre, señora emeritense del gesto, Tano Andrades o el gran Javier de Torres acercan a la Liga al espectro teatral del que tanto gustan los paganos.
Cuando se busca el drama, Olga Estecha, señorísima cacereña de la escena, y la soprano y artista total Rosario Cruz alimentan las oscuras perversiones de los proyectos de la Liga.
Esperanza Rayo merece un capítulo único. Ella no aparece nunca, pero siempre está.